«Me gusta cocinar y hasta puedo fregar, pero lo de lavar la ropa, tenderla, plancharla… es algo que detesto. Aquí, solo tengo que traerla, me enchufo los cascos, cojo un libro y en una horita, me la llevo de vuelta, limpia, doblada y para el armario de vuelta. Más sencillo, ¿no? «